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Resumen de Vivir la medicina: Urgencias 1986

Gerardo Gamba Ayala

  • Era de noche y la guardia que había sido pesada se volvía relativamente tranquila hacia la madrugada. La Unidad de Urgencias entonces tenía seis camas: tres enfrente de la pequeña estación de enfermeras, una al costado derecho y dos más del lado izquierdo, en el fondo, enfrente a los seis sillones- reposets color café que, a costas de la incomodidad de los enfermos, nos permitían incrementar al doble nuestras posibilidades de internamientos. Ahí pasaban la noche los pacientes que tenían motivo para estar internados, pero sin algo grave que pusiera enpeligro inmediato su vida, como el caso del paciente con fiebre y neutropenia que no estaba grave, pero debía de recibir antibióticos intravenosos. El doble esquema de amika-cefalotina. El hospital funcionaba al máximo de su capacidad, por lo que los pacientes de este tipo, que debían quedarse internados, no podían subir a piso. Además, aunque hubiera una cama, no había forma de subir enfermos a piso durante la tarde o noche para liberar espacio en Urgencias, porque el elevado nivel y rango que tenía la academia no permitía subir un enfermo en la noche. Era imposible para los residentes de primer año hacer un ingreso de excelencia en esas circunstancias.


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