La exposición muestra al más poderoso soberano que jamás haya vivido, al emperador en cuyo imperio nunca se ponía el sol, como un prisionero. En una sala sin ventanas se ha montado un podio enorme, de forma que sólo quedan las paredes y los pasillos alrededor de este podio para exponer todas las piezas. El visitante puede subir al podio para ver las piezas principales de toda la exposición, los nueve tapices maravillosos sobre la campaña en Túnez, que el emperador mandó hacer en Bruselas según los diseños de su pintor real Jan Vermeyen en 1548. El visitante puede distanciarse de los problemas expuestos en las vitrinas y en las paredes copiosamente cubiertas, problemas que tanto agotaron al emperador que al final tuvo que abdicar.
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