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Allegorie des 'Desengaño' in der Malerei - Murillos Selbstbildnis in der National Gallery, London

  • Autores: Klaus Körner
  • Localización: Mitteilungen der Carl Justi-Vereinigung, ISSN 0946-2821, Nº. 10, 1998, págs. 3-37
  • Idioma: alemán
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • El autorretrato de Bartolomé Esteban Murillo en Londres es uno de los testimonios más importantes de la pintura española del siglo XVII. Probablemente Murillo pintó el cuadro para una galería de retratos de la Academia de pintura en Sevilla de la cual fue el cofundador y su primer presidente desde 1660 hacia 1663. Por esta razón y por la posible edad del pintor la ciencia ha datado el retrato entre 1663 y 1675. Historiadores del arte lo califican como una representación de la profesión del pintor.

      En esta disertación se afirma igualmente la tesis que el autorretrato de Murillo es una alegoría de máximo valor: Murillo en persona de la docta pintura en una alegoría del desengaño.

      Si se compara el autorretrato con la personificación de la pintura descrita por Cesare Ripa en la “Iconología” y Francisco Pacheco en “El arte de la pintura” respectivamente se puede demostrar aspectos comunes que se refieren al aspecto exterior, cabellos, cejas y a los atributos del dibujo y color en un esquema jerárquico de derecha-izquierda conocido a través de la iconografía cristiana. En su persona como pintor docto Murillo une la personificación de la docta pintura con los criterios de la teoría de retrato, “lo parecido” y “el aire”.

      En la segunda parte de la tesis, el autor considera que el autorretrato – siendo un cuadro en el cuadro preelaborado en Italia, pero más conocido de los Países Bajos – tiene una estructura compleja, paradójica y reflexiva a la que pertenecen sobre todo la representación de la mano derecha en el efecto del engaño, los dos ojos pintados diferentemente y la inscripción latina con una significación propia.

      La mano derecha se apoya en el marco óvalo que rodea a Murillo. Rompe la división del espacio del retrato y del espacio del arte uniéndose a su vez nuevamente. El espectador se pregunta lo que Murillo quiere expresar: una persona ficticia o un Murillo vivo.

      En la parte interior hay una inscripción latina en un cartucho: Bart.us Murillo seipsum depin / gens pro filiorum votis acpreci / bus explendis. Esta inscripción es una de las más notables que existe en un autorretrato. Vuelve a tomar la contradicción que se muestra en la representación de la mano como elemento paradójico de ficción y realidad. No solamente anuncia al comitente, o sea, los “hijos” de la Academia sevillana de la pintura, sino también comunica en la forma del participio presente (“depingens”) que Murillo está pintando su retrato.


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