Mientras los nacionalistas �traicionaban� los sentimiento de sus pueblos, el Estado español y sus gobiernos han gobernado igualmente desde la corrupción ideológica y económica con el apoyo de los nacionalismos vasco y catalán. El caso Pujol es el último ejemplo de una forma de entender la política que la justicia investiga y los ciudadanos condenan. Desde la Transición hasta hoy, todos los gobiernos han preferido mirar para otro lado ante los chanchullos de los nacionalistas para evitar demandas soberanistas incómodas para el poder.
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