En este artículo se revisa el concepto de androginia desde la perspectiva de las teorías cognitivas del género, y particularmente desde los aportes de Sandra Bem. Desde esta postura, se ha concebido la androginia como un criterio de adaptabilidad o ajuste psicológico. Los datos empíricos de las investigaciones sobre el tema no han apoyado estas hipótesis. Más bien, sus resultados arrojan fuertes cuestionamientos a este concepto y al valor que se le atribuye a lomasculino y lo femenino en nuestra cultura, y cómo estas dimensiones se relacionan con criterios de salud y bienestar.
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