El legislador español ha decidido, ante la situación de crisis que vive España y el ingente número de procedimientos de ejecución abiertos, reformar la ejecución hipotecaria sin gran fortuna, pues la finalidad anunciada de beneficiar a los deudores no se ha conseguido ni de cerca. Se ha reformado lo innecesario y no ha sido objeto de nueva redacción aquello que merecía otro tratamiento. Una vez más se acometen reformas a golpe de timón.
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