Frente a las aspiraciones y desconsuelos de la escuela neoclásica de economía: la búsqueda de “un territorio analítico en el cual pueda coexistir armónicamente las nociones teóricas de tiempo y razón”, aparece el valioso aporte de Keynes consistente en vincular al análisis económico “los más recientes cuestionamientos al concepto de tiempo, en general, y a su subordinación con respecto al concepto de racionalidad”. Por otra parte, a la noción teórica de eternidad, de los neoclásicos, Keynes propone el principio de incertidumbre, que es apenas un componente para la negación global de aquella.
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