La lógica neoliberal defiende el turismo transnacional por su supuesto efecto de goteo de la riqueza "trickle down", basándose en que el consumo suntuario beneficia a la colectividad. Pero la acumulación por desposesión --del suelo, los recursos naturales e incluso la cultura-- y la polarización que eso implica determinan situaciones de empobrecimiento, conflicto y miedo. El turismo global protagonizado por el capital transnacional en los espacios periféricos ha recurrido al encierro en enclaves "todo incluido" --hoteles, urbanizaciones cerradas o cruceros-- a modo de búnker. Tomamos como ejemplo la transnacionalización del capital turístico español. Las cadenas hoteleras baleares ejemplifican el proceso de acumulación por desposesión en El Caribe y Centroamérica. Éstas han recibido el respaldo y subvención de los Estados anfitriones y de los gobiernos español y balear. Su difusión e implantación han supuesto la mercantilización turística del territorio y los recursos naturales. Además, han conllevado un proceso de gentrificación (elitización) del espacio por los usos turísticos, y una desposesión de las poblaciones locales.
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