Desde su descubrimiento en 1952 por Sulzberger y Witten, los esteroides tópicos constituyen quizás la terapéutica tópica más empleada en dermatología para diversas afecciones. Se han realizado modificaciones en su estructura básica para lograr mayor efectividad y menos efectos secundarios, existiendo los de segunda y luego los de tercera generación. Actúan por su actividad Antinflamatoria, Vasoconstrictora, Inmunosupresora y Antiproliferativa.
De acuerdo a su potencia hay varias clasificaciones, pero la más práctica es la que los divide en 4 grupos; existiendo varias pruebas para ubicarlos, siendo la más empleada la prueba de vasoconstricción o blanqueo cutáneo de Mckenzie-Stoughton. La potencia depende de varios factores: estructura química, topografía de la zona a tratar, condiciones de la piel, edad del paciente, vehículo de presentación del medicamento, extensión de la zona en tratamiento.
Existen varios factores de riesgo, así como contraindicaciones relativas y absolutas para su uso. Muchas son las afecciones susceptibles a esta terapia, en diferentes grados de respuesta. Tienen efectos secundarios, tanto locales como sistémicos. Son muy útiles pero cuando se empleen siempre hay que valorar riesgo-beneficio.
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