El arte ha sido un concepto controvertido para la teoría antropológica desde sus inicios. La Antropología se situó a menudo entre el reconocimiento de la singularidad cultural de objetos y prácticas a los que no se podía calificar como artísticos sin caer en el etnocentrismo y el esfuerzo por componer marcos comparativos tan amplios como para incluir una variedad de prácticas humanas relativas a la experiencia estética. Para salir del espacio definido por esos dos discursos, Alfred Gell sugirió que la experiencia del arte tiene que ver con una especial forma de atribución de agencia a los objetos y las imágenes. Considerar este fenómeno puede ser el punto de partida para elaborar una genuina teoría antropológica del arte, construida sobre la especificidad de la disciplina y sus herramientas conceptuales. Tal enfoque plantea cuestiones acerca de la definición de los conceptos de agencia, personalidad y materialidad que comprometen a otras versiones del análisis y la crítica cultural. .
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