Los nuevos medios y tecnologías de la información, por sus características propias (son rápidos, interactivos, y de carácter mundial), han permitido a los diferentes grupos sociales la creación de estructuras flexibles de organización y de negociación. Nuestras realidades humanas se expresan, en la actualidad, entre los espacios físicos y virtuales de comunicación. Es decir, vivimos en una época de encuentros virtuales y físicos donde la información, las creencias, las esperanzas y hasta la desesperación se comparten. Cada uno de nosotros es parte de varias redes y habita encrucijadas multidimensionales. Aunque aparentemente caótico, el exceso de grupos locales no se ha desorganizado. Las estructuras rizomáticas crecen en todas direcciones y las redes globales se construyen sin perder sus configuraciones individuales y locales. Contra la división, competencia y fragmentación propios de este mundo virtual, los nuevos movimientos de código abierto están proponiendo la cohesión y el sincretismo. En estos movimientos, el respeto, la comprensión y el intercambio presentan una forma alternativa de pensar y de comportarse, desafiando a los sistemas capitalistas neoliberales. El factor clave para mantener las redes es la sinergia. Cuando nos encontramos en la encrucijada de la educación artística, es muy probable que nos encontremos ante un tipo de estructuras locales y globales. Las organizaciones dedicadas la educación artística, así como aquellos individuos interesados en el tema, pueden trabajar de forma conjunta, a través de las diversas redes, como la Alianza Mundial para las Artes (WWA). Como profesores o investigadores de la educación podemos y debemos fomentar el uso de estas múltiples y diversas herramientas disponibles a través de las redes, favoreciendo de esta forma que el surgimiento de una inteligencia colectiva sea capaz de transformar la sociedad en nuestros campos interconectados de la educación y las artes.
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