Desde una perspectiva émica, este artículo constituye una aproximación etnográfica al mundo de la explotación de esmeraldas en el occidente de Boyacá. Examina el complejo espectro de representaciones sociales asociadas al río Minero, cuyo carácter es el mismo de la zona y de sus gentes. El río Minero es un minero en efervescencia; reproduce los principios terribles de la lógica de la violencia y las economías extractivas en Colombia: es ladrón, es fantasmal y mata gente. Todas las narrativas que el autor explora redundan en el miedo, la fortuna, la desgracia, la riqueza y la crueldad. Así, de la mano de la experiencia de un visitante, concluye que la zona esmeraldera es el mismo infierno.
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