la "gran esperanza" de la socialdemocracia europea se diluye paso a paso. Desde su llegada al poder, en mayo de 2012, el líder del Partido Socialista Francés (PSF), Jean François Hollande, ha ido virando su discurso inicial de oposición al "austericidio" promovido por Alemania hacia una prexis política mucho más acorde con los dictados de su vecino del Este. La popularidad del presidente galo ha caído a mínimos históricos, y se ha visto contestado desde su propio Gobierno. Ahora acaba de construir un nuevo Gabinete de "fieles", con un banquero en la cartera de Economía, afianzando, aún más, su claro giro a la derecha. Una actitud aplaudida por los empresarios, pero que muchos analista políticos califican de "suicidio".
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