El 14 de julio de 1931 se instaura la II República, lo cual fue acogido por la población con júbilo y celebraciones. La confianza de los trabajadores en el nuevo régimen se traduce en una reducción de las conflictividades. Hay una tendencia hacia la afiliación a partidos y sindicatos, aparición del pueblo como factor político. Los trabajadores esperaban una modificación radical de sus condiciones de vida ; aunque la andadura de la República frustra sus espectativas: descontento de los nacionalistas vascos, sindicalistas, comunistas que se refleja en las elecciones de 1933. Económicamente se inicia una época de crisis por la política económica aplicada, aumenta el paro y estalla la conflictividad social (huelgas, despidos a trabajadores).
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