Frente a las afirmaciones de muchos economistas neoclásicos, Corea del Sur y Taiwán recurrieron extensamente a la protección del mercado interior durante la mayor parte de su industrialización desde los años 60. Al igual que Brasil o México, esas nuevas economías industriales (NEI) asiáticas usaron la protección en los años 50 para sustentar el crecimiento inicial de las industrias nacientes. Pero también otorgaron protección a las industrias locales de varias maneras novedosas que se apartaron notablemente de la estrategia adoptada en América Latina. En Corea del Sur y Taiwan, la protección sirvió para incubar sectores exportadores, para fortalecer la competitividad internacional de la producción y para diversificar el tejido industrial. Tal pauta proteccionista ha demostrado arrojar excelentes resultados. Por el contrario, Brasil y México no concedieron la misma importancia a los beneficios potenciales del establecimiento de sistemas de vinculación entre exportaciones e importaciones (en virtud de los cuales sólo las empresas que cumplían ciertos objetivos de exportación podían obtener licencias de importación), del subsidio de las exportaciones mediante la alta rentabilidad de las ventas en el mercado interior y del fortalecimiento de los efectos internos de arrastre hacia atrás de los sectores exportadores de bienes duraderos de consumo. Este trabajo sugiere que la divergencia entre las pautas de industrialización en las NEI asiáticas y latinoamericanas no se debe a que las segundas recurrieran a la protección y a que las primeras no lo hicieran, sino a que ambas zonas aplicaron sistemas de protección sustancialmente diferentes. La conclusión principal es que el proteccionismo puede estar justificado en los países del Tercer Mundo, pero siempre que las barreras a la importación se erijan con miras a cumplir objetivos predeterminados en una estrategia integrada de desarrollo.
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