Con su pensamiento, Freud nos permite dar cuenta, al menos de uno de los sentidos que puede tener la palabra 'educar': ofrecer las condiciones de posibilidad para el desarrollo de la subjetividad del niño o la niña, haciendo posible su inclusión en la cultura y el lazo social. Por otra parte, nos muestra que se trata de un proceso densamente poblado de paradojas, en el que los factores inconscientes son determinantes y la perfección brilla por su ausencia.
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