La ocupación francesa de Argelia a partir de 1830 constituyó el inicio de la acción colonial llevada a cabo por diferentes países europeos en las regiones más débiles del mundo no industrializado. Esta situación que se mantuvo prácticamente hasta mediados del siglo XX dio lugar a diferentes experiencias lingüísticas en las colonias. Se elaboraron políticas lingüísticas condicionadas por aquella coyuntura histórica, y las tareas encomendadas a los traductores-intérpretes del colonialismo salían a veces de lo común. En este sentido, los intermediarios lingüísticos realizaban misiones diplomáticas, de espionaje y participaban también en las diferentes labores de censura. De ahí, la peculiaridad del comportamiento de los traductores-intérpretes del colonialismo.
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