Las funciones femeninas laborales y escolares, facilitadas por el autocontrol de la fertilidad, han experimentado un profundo cambio favorable a lo largo de los últimos cincuenta años, a despecho de que los rasgos personales han permanecido estables. Se destaca el funcionamiento cada vez más acentuado de la autoimagen corporal femenina como el constructo representativo de la identidad individual.
Al mismo tiempo, la prevalencia anual del trastorno depresivo se ha duplicado, si bien el índice depresivo genérico mujer-hombre ha descendido de tres por uno a dos por uno, por razón de la independencia socioeconómica conquistada por la mujer.
Finalmente, se estudia los factores responsables de la sobrerrepresentación depresiva en la población adulta femenina agrupándolos en cinco sectores: el cerebro, el sistema neuroendocrino, el estado somático global, la personalidad y el entorno social
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