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Resumen de ¿Para qué sirve una universidad?(II)

Guillermo Guzman Londoño

  • Instructora de empleados o creadora de empleadores.

    A todo lo ancho de nuestra geografía se debate hoy en día uno de los más serios problemas de una sociedad: el desempleo y con este, el más grave aún, con características de tragedia del desempleo profesional. Es un hecho, la realidad está ante nuestros ojos, no podemos ni ignorarla ni minimizar sus consecuencias, pero solo nos hemos limitado a cuantificarla en estadísticas que solo muestran el problema pero que no clarifican sus causas ni plantean soluciones.

    Nuestro país es pobre, se nos clasifica en el sub-mundo de aquellos en vías de desarrollo, pero quizás, esta realidad que nos golpea, cubre los ojos con una venda de impotencia que solo permite hablar de la oscuridad presente. Por muchos años, nuestras universidades produjeron un reducido número de profesionales que una vez egresados y careciendo de empleado res , por la falta casi absoluta dé empresas o institutos oficiales que los acogiera, debían lanzarse a la aventura de generar su propio futuro. Es así como los médicos, al salir de las aulas, buscaban en la clientela particular ávida de salud, su forma de subsistencia. No importaba ubicarse en ciudades o aldeas, la necesidad de ellos estaba en todas partes. Los ingenieros, arquitectos, abogados, todos buscaban el ejercicio particular de sus profesiones y el mercado estaba ahí, al alcance de sus manos, pues eran ingentes las necesidades del profesional capaz. No se necesitaba un gran esfuerzo ni mucha imaginación para tener éxito, aún los mediocres lograban el triunfo, creando una elite que ocupaba las primeras posiciones sociales, económicas y administrativas.

    Pero llegó en la década de los 60, una gigantesca masificación de la enseñanza producida por el incremento numérico en los colegios de enseñanza media que presionaban impetuosamente por el equivalente desarrollo en la Educación Superior. Las Universidades debieron proliferar y crecer, improvisando profesores de sus propios egresados. Las aulas estaban llenas pero la nación no se desarrollaba parejamente a este incremento educativo.

    La competencia profesional empezó a hacerse feroz porque sin tener en cuenta las circunstancias, las instituciones de Educación Superior no cambiaban sus métodos, creyendo ingenuamente que el país era el mismo y que los sistemas efectivos en un mercado de alta demanda, lo serían también en uno de oferta masiva. Fue esta la falla? Son diferentes los métodos de formación de un profesional con empleo asegurados a los de aquel que en un medio de competencia debe surgir y sobresalir. El primero debe solo asomarse a su profesión para triunfar, en cambio, para el segundo, son necesarias cualidades de imaginación y agresividad que la Universidad no le da.

    Colombia se saturó de profesionales y técnicos que ávidos de empleo eran incapaces de generar el propio. Solución? Pugnar por la burocracia oficial o privada, multiplicándola y haciéndola cada vez más ineficiente, ejerciendo cargos y funciones para los cuales no habían sido preparados, o simplemente el desempleo.

    Si hasta ahora se habla en pasado, el presente y en el futuro, las circunstancias son y serán, iguales, peores si no revisamos cuidadosa y profundamente la situación.

    El papel de las universidades debe ser revisado, no pensando en la reducción numérica sino considerando cuidadosamente las necesidades del medio. Deben las instituciones de Educación Superior que si en sus objetivos está la formación de una clase dirigente, motor del desarrollo, esta debe ser conformada por hombres que usen su cerebro, amplíen sus horizontes por medio del conocimiento, posean la curiosidad para explorar posibilidades, razón para analizarlas, imaginación para aprovecharlas y decisión para emprender caminos. No dirigir los esfuerzos hacia la instrucción: del empleado sino hacia la formación del creador de empleo, Como?


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