Si bien la victoria de Ollanta Humala pareció integrar al Perú en el bloque posneoliberal, la ruptura con el ala izquierda del frente político que lo postuló alineó al gobierno con la conservación del orden vigente. La cohesión de las elites empresariales desde los años 80, a la que contribuyeron el temor a las izquierdas y la renovación ideológica neoliberal promovida entre otros por Hernando de Soto, explica la estabilidad del neoliberalismo peruano, alimentado por el crecimiento económico y la expansión de la economía extractiva. Así, hoy pervive un macroarreglo institucional de matriz neoliberal que parece inconmovible, aunque parte de la opinión pública se manifieste en favor de proyectos alternativos.
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