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Resumen de Casa TDA. Puerto Escondido. Oaxaca, México

Eduardo Cadaval, Clara Solà Morales

  • La flexibilidad de sus plantas, el uso del hormigón en una tipología residencial, y la relación directa del interior con el exterior y, a su vez, de este exterior con el paisaje global, marcadamente horizontal, son las características de esta obra Se establece un juego de volúmenes abstractos, espacios y recorridos, de diferentes escalas, de gran simpleza y rigurosidad. Un edificio determinado por un emplazamiento singular y un concepto estructural claro, marcado por la utilización de un material tan sobrio como es el hormigón, usado básicamente en tipologías edilicias. Esta determinación fue tomada a partir de factores funcionales como las elevadas temperaturas, el salitre y la mano de obra poco especializada.

    Contexto Puerto Escondido se encuentra ubicado en la costa del estado de Oaxaca, a ochocientos kilómetros al sur de la cd. de México y a casi trescientos kilómetros de la capital, Oaxaca. Es un lugar de playas paradisíacas, con aguas color azul verdoso y finas arenas enmarcadas por una exuberante vegetación.

    Programa El proyecto responde a un programa flexible y confortable, concretado en una casa fresca, para un calor fuera de los parámetros establecidos para el confort estándar de un urbanita; de bajo coste y que requiera un mínimo mantenimiento; flexible en cuanto a número de usuarios, uso y configuración; una casa que pudiera abrirse completamente al exterior o cerrarse y concentrarse en sí misma. Una casa de playa construible en una esquina de mundo.

    Las altas temperaturas, el salitre y la mano de obra poco especializada fueron los condicionantes que llevaron a decidir que esta casa debía ser de hormigón, material empleado para la construcción de puentes, espigones, y presas. Habitualmente, se escoge este material por su capacidad estructural y su resistencia a condiciones extremas. Este fue el punto de partida para el arquitecto, y las posibilidades tectónicas y morfológicas del material, una ayuda en la definición formal del proyecto.

    La sección de la casa, con sus volados pronunciados, busca llevar al límite la expresión de estas cualidades, pero sobretodo, busca adaptarse a las condiciones específicas de su localización. Se definen tres elementos para tres condiciones distintas: un cuerpo-torre que, en busca del mar, rompe su opacidad en puntos específicos hasta conseguir una apertura total en aquella cota en donde ya nada bloqueará las vistas al pacifico mexicano; un segundo cuerpo, de habitaciones, suspendido sobre el agua y las flores del jardín; y un tercer elemento, concebido como espacio central, amplio, alto, fresco, distribuidor y canalizador de las distintas actividades que se suceden en la casa. Estos tres elementos se funden en un solo volumen, concretándose en un objeto de escala confusa y textura rugosa.

    Pero es el espacio exterior construido, el umbral bajo el gran voladizo, el más importante de la casa, el foco central de su uso. Este gran espacio tiene las condiciones de un espacio interior, disfrutando de las posibilidades de un entorno hecho a la medida: por un lado, vinculado al amplio núcleo central de la casa, bajo el amparo del equilibrio y el rigor del objeto construido; por otro, nutriéndose de la luz, el agua, el aire y con la posibilidad de estar cerca de la exuberancia de la vegetación tropical y sus colores, los cuales contrastan con la neutralidad del hormigón. Todo esto, suspendido en las hamacas, reforzando la solidez de la estructura y lo suave de la forma de habitarla.

    Es la forma de vivir este espacio intersticial, la que define la voluntad arquitectónica final del proyecto: la vida en el exterior, abierta, en comunidad; una fotografía viviente de la utopía vital mexicana, es decir, un mundo de convivencia, de color y naturaleza; un reflejo del vaivén de las hamacas, del placer del �dolce far niente�.


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