En este artículo se analiza cómo en los libros destinados a niños actúan dos factores, el supuesto de simplicidad y el doble destinatario. En el primero se presupone que el niño no tiene la madurez intelectual de un adulto y por tanto los temas, motivos y representaciones deben ser más simples. No obstante, en los estudios sobre formas de lectura y recepción, los niños se revelan como lectores críticos y sofisticados. El doble destinatario es el niño más el adulto que habitualmente en primeras edades lee el libro con él. Este adulto pasará a un primer plano en ese proceso de comunicación que se establece entre un autor y sus dos destinatarios. A su vez, la industria editorial complace con libros a la carta a ese adulto que selecciona, elige y compra. Todos estos factores colisionan con la necesidad del niño para formar su imaginario simbólico con historias y representaciones complejas. Se plantea así cómo los autores-ilustradores actuales de libros para niños pueden hacer visibles o no esos niveles de profundidad y encontrar en formatos como el álbum ilustrado, vehículos para mostrar significados complejos. Se estudia en detalle No tinc paraules, un libro de Arnal Ballester donde el ilustrador elige motivos como el erotismo, el amor, la reflexión sobre la identidad; convierte al niño en el destinatario principal de una historia que tiene que construir él mismo, y deja que el adulto le acompañe. A través de él se puede demostrar que la experimentación gráfica y las ideas pueden contenerse en el mismo espacio.
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