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Speculum Coniugiorum (Espejo De Matrimonios): Matrimonio Y Familia

  • Autores: Lourdes Lavaniegos González
  • Localización: Xihmai, ISSN-e 1870-6703, Vol. 5, Nº. 9, 2010, págs. 145-147
  • Idioma: español
  • Es reseña de:

    • Speculum coniugiorum (espejo de matrimonios): Matrimonio y familia

      Fray Alonso De la Vera Cruz

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  • Resumen
    • SPECULUM               CONIUGIORUM                 (ESPEJO                   DE MATRIMONIOS): MATRIMONIO Y FAMILIA     De la Vera Cruz, Fray Alonso. 2009. Universidad La Salle y Universidad Nacional Autónoma de México. México, D.F. Tr. Luciano Barp Fontana Speculum coniugiorum, traducida al español como “Espejo de Matrimonios” es una obra de Alonso Gutiérrez conocido como Fray Alonso de la Vera Cruz que a pesar de haber sido escrita para el contexto colonial de la Nueva España, quedó guardada en las tinieblas del latín, desde el lejano año   de 1556 hasta que el Dr..Luciano Barp Fontana tuvo a bien regalarnos un magnífica traducción de sesenta de sus artículos.   El libro es la primera de tres partes que refieren las condiciones de validez de los contratos de desposorio y matrimonio en la Nueva España.   En apego al contexto de la época se tiene: como base, la legislación canónica vigente y actualizada con los documentos del Concilio de Trento y como estilo, la argumentación de pruebas propia también de esos tiempos.   Al revisar la obra de Fray Alonso  se distingue como  elemento central  el profundo deseo de su autor de que el mestizaje entre dos culturas que apreciaba, ya por nacimiento, ya por naturalización  pudiera efectuarse en un ambiente de mutua aceptación, con la debida consideración a los usos y valores tradicionales de ambas.   El  autor  era  un  hombre  de  su  tiempo  y  hay  que  recordar  que  en  esa coyuntura, muchos consideraban a los   indígenas como animales; en este sentido  duelen  las  opiniones  que  Fray  Alonso vierte  sobre  los  pueblos     autóctonos refiriéndose a ellos   como personas débiles, pusilánimes   que difícilmente actuaban por sí solos si no era bajo la dirección de los más prudentes.   Sin embargo, Fray Alonso fue capaz de trascender estas visiones excluyentes y descorazonadoras, considerando   uno a uno los conflictos comunes que observaba  para ofrecer una luz que iluminara la situación a la nueva raza que paulatinamente iba naciendo.   Es notable la lucidez de sus razonamientos, la paciencia en la argumentación de forma que quienes fueran menos diestros en la materia los comprendieran perfectamente y su preparación intelectual  que le permite manejar con toda soltura  las enseñanzas de la antigua Grecia, los escritos de los Padres de la Iglesia y los documentos más recientes del magisterio de la Iglesia.   Esta postura dio por resultado la defensa de las costumbres de los pueblos mesoamericanos, especialmente de los purépechas con quienes convivió más asiduamente, siendo en este sentido un precursor de lo que hoy hemos dado en llamar “Derechos de los pueblos indígenas”.   Un libro sumamente útil para la investigación legislativa que refiere casos tan concretos  como  el  matrimonio  entre  impúberes,  los  impedimentos  por vínculo de consaguineidad y las condiciones requeridas para que el consentimiento matrimonial puediera considerarse legítimo.   Una obra que   también invita a la reflexión sobre las condiciones de la familia, cuya estructura es cada vez más diversa, pero cuyas cualidades de acogimiento y base de la comunidad siguen siendo  reconocidas y deseables para las sociedades democráticas de nuestro siglo. Fray Alonso de la Vera Cruz  da  cuenta  de  la  existencia  en  tierras  americanas  de  una  estructura familiar que  reviste  toda  la  dignidad  y  riqueza  de  la  familia  europea tradicional y un impulso consciente hacia la defensa del bien común que hoy hace tanta falta a nuestra nación.   Y ahí dejaremos al autor original para referirnos al traductor:   Tener este libro a la vista hace que se despierten diversas emociones: Incredulidad: al pensar que esta obra mexicana, no hubiera sido traducida antes de la iniciativa del Dr. Barp; entusiasmo: al comprobar que en esa traducción no se perciben esos pequeños desconciertos que suelen ocurrir cuando uno lee una obra traducida, esos espacios en que uno se da cuenta que la traducción no  es correcta  porque el discurso pierde por momentos su sentido;  admiración: al reconocer la sabiduría de quien tomó en sus manos una  tarea soberbia  que debería haber  correspondido a  un  mexicano  y al apreciar la belleza del manejo de mi idioma.   Termino invitando al lector a disfrutar algunos conceptos que debieran ser de nuestro uso común porque son parte de la lengua española y que son objeto de un uso exquisito y nítido de Don Luciano en su magistral introducción:   Familia: “es el sitio donde se habla” (P.40)   Obediencia: “es el proceso de sintonizarse con el otro hasta llegar a pensar y querer libremente lo mismo” (P. 41)   Enseñar: “es hacer penetrar algunos signos en la otra persona”                


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