Pilar Paredes Barranco, Marta del Pino Saladrigues, Laura Vidal
En los últimos años se han producido avances muy importantes en el manejo de los tumores ginecológicos, tanto en el diagnóstico, como en los posibles tratamientos, ya sean médicos o quirúrgicos. El diagnóstico precoz de los procesos tumorales es el factor más importante para mejorar el pronóstico de las pacientes y permitirnos el uso de estrategias de tratamiento menos agresivas, que mejoran no solo la supervivencia sino la calidad de vida de aquellas. La incorporación de la PET en la oncología permite la evaluación de parámetros biológicos y fisiológicos como complemento a las técnicas de imágenes convencionales como la TC o la RM y permite diferenciar lesiones benignas de malignas, estadificar los procesos neoplásicos con un solo estudio, detectar y localizar recurrencias (difíciles de diferenciar de procesos cicatriciales poscirugía o posradioterapia con técnicas convencionales) así como monitorizar los efectos del tratamiento. Aunque la aplicabilidad clínica parece clara y el uso de la PET (y de equipos híbridos como la PET-TC) se está generalizando por el acceso al entorno hospitalario de un equipamiento altamente sofisticado, debe tenerse en cuenta el impacto final en términos de coste-eficacia para su uso generalizado. La siguiente revisión pretende aportar una visión actual del uso de la PET y la PET-TC en la ginecología oncológica con las últimas indicaciones y proyecciones de futuro.
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