Durante los años iniciales de proceso colonizador de la isla de Tenerife se produjeron diversos ejemplos de apropiación de los principales recursos naturales por parte de la élite insular, a pesar de ir en detrimento del interés vecinal. Uno de ellos, fue la desviación del cauce permanente de agua que discurría por el actual barranco de Godínez, y que abastecía al primitivo asentamiento urbano del Realejo Viejo o de Arriba, con el fin de poder irrigar las tierras de la proyectada hacienda azucarera del Realejo de Abajo, cuyo propietario era el adelantado, don Alonso Fernández de Lugo.
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