La ausencia total de libertad y el culto caricaturesco a la personalidad no han impedido a Turkmenistán mantener buenas relaciones tanto con los occidentales como con los rusos o los chinos. Este país neutral de Asia Central, con un subsuelo repleto de gas, constituye un cliente de lujo para las empresas extranjeras que, a semejanza del líder francés de la construcción, saben no hacer demasiadas preguntas.
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