El síndrome coronario agudo es el paradigma de la enfermedad aterosclerótica cardiaca y conlleva un amplio conjunto de fenómenos que circundan la eclosión que significa la placa complicada. Inflamación, espasmo, agregación, trombosis y ulterior fibrosis vienen a coincidir, y los fármacos en principio diseñados solo para reducir el colesterol circulante resultan fundamentales a la hora de aplacar todo el remolino de activaciones inadecuadas. Las estatinas, pues, sobrepasan su inicial objetivo, para erigirse en pieza clave en la estabilización del proceso. Numerosos estudios avalan la importancia de su administración en el momento crítico, y cada vez disponemos de más evidencia de que el paciente debe recibirlas más precozmente, justo en el momento que se diagnostica el proceso, incluso antes del intervencionismo, y a dosis altas y empleando estatinas potentes, de eficacia contrastada.
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