Si hubiese que hacer una tipología de museos o exposiciones, encontraríamos el grupo de los que privilegian la exhibición de técnicas positivas antes que de objetos/tema; a él pertenecerían las Exposiciones Universales. Ya desde su origen, a mediados del siglo XIX, se perfilaron con nitidez los rasgos más acusados de su fugacidad planificada: rivalidad nacional, megalomanía presupuestaria, alarde técnico, modernización urbanística y acontecimiento masivo. A medio camino entre la feria de arquitectura y la mistificación del comercio, siempre fueron escenario privilegiado para el despliegue de la ideología liberal y la exaltación de un paternalismo social de corte saint-simoniano. No es extraño, en consecuencia, que siempre hayan sido acontecimientos polémicos dado su carácter político y su vocación decididamente popular.
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