En el presente artículo se ofrece una interpretación de la obra lingüística del franciscano huancaíno José Francisco María Ráez como una ilustración típica de lo que modernamente se denomina planeamiento de Corpus. Ante la encrucijada de unir o dividir el quechua en el plano de la representación escrita, e l franciscano opta por la primera alternativa, mostrando la "armonía" existente entre el quechua del Valle del Mantaro (Quechua 1) y el de Ayacucho (Quechua 11). Una opción semejante, contrariamente a lo que se cree, nunca e s t á libre de motivaciones p r o f u n d ame n t e ideológicas y políticas, hecho que debiera tomarse en cuenta en el debate actual del desarrollo escriturario del quechua.
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