Grigori Rasputín es uno de los personajes más enigmáticos y siniestros que nos ha dado la historia. Su presencia esbelta e imponente se erguía como una sombra de oscura influencia y de extraordinario magnetismo sobre el reinado del zar Nicolás II de Rusia. Sus dotes de mago, iluminado y curandero llegaron a oídos de la zarina Alejandra que, desesperada, lo mandó llamar una noche ante la hemorragia incesante de su pequeño hijo, el zarévich Alexis, que padecía hemofilia.
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