La ansiedad es una reacción de adaptación y de hiperalerta, que se manifiesta como un estado emocional de malestar y aprensión, con síntomas subjetivos y objetivos derivados de la hiperactividad de la función noradrenérgica, que se desencadena ante una amenaza potencial, real o imaginaria, hacia la integridad física o psíquica del individuo. En las últimas décadas ha habido un incremento muy escaso de la investigación sobre evaluación de la ansiedad en la vejez. Una de las revisiones más recientes (Thérrien y Hunsley, 2012) pone de manifiesto que la mayoría de instrumentos utilizados para evaluar la ansiedad en el anciano no son específicos para personas de edad avanzada, así como que solamente cinco de las medidas más comúnmente utilizadas (GMSE de Copeland, 1976; BAI de Beck, 1988; PSWQ de Meyer, 1990; WSOA de Wisocki, 1986 y 1994; y GAI de Pachana, 2007) muestran datos normativos pertinentes para ancianos y datos psicométricos que apoyen su uso. Para ancianos españoles se dispone de versiones adaptadas y con datos normativos de las escalas PSWQ (Inventario de preocupación de Pensilvania, IPP, Nuevo et al., 2002) y de la escala WSOA (Escala de preocupaciones para personas mayores, EPPM, Nuevo et al., 2004). Se recomienda evaluar las escalas que ya hay para jóvenes para ver su validez y utilidad en ancianos, a la vez que desarrollar medidas específicas para ancianos.
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