Crímenes impunes, un déficit externo abismal, una parte de la población que intenta escapar de un desempleo masivo y responsables que sueñan en voz alta con la Gran Albania: Kosovo parece estar abandonado a sus propios demonios. El patrocinio de la Unión Europea no le ha permitido despegar y los casos de corrupción salpican a la misión internacional encargada de instaurar un Estado de derecho.
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