Conocemos como biocombustibles toda una gama de combustibles "fabricados" a partir de materia orgánica, a diferencia de los combustibles fósiles que se han gestado de forma natural a lo largo de millones de años. Dentro de los biocombustibles debemos distinguir dos grandes tipos:
- Aquellos que se obtienen por transformación de materias vegetales cultivadas a propósito, como la colza.
- Otros que se extraen de la descomposición y tratamiento de materias residuales, como basura o aguas residuales.
En ambos casos estos combustibles deben competir con los tradicionales, los fósiles. Y lo deben hacer en varios terrenos:
- Económico: en la medida en que los costes de extración, transporte y refino de los combustibles fósiles aumenta, la competitividad de los biocombustibles crece.
- Ecológico: los biocombustibles, en la medida que son fabricados artificialmente, pueden ser diseñados para que su impacto ambiental al ser quemado sea menor.
- Estratégico: los biocombustibles se pueden producir en los mismos países que los consumen, muchas veces a muy poca distancia del lugar donde van a quemarse.
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