El teorema de Pitágoras y el pentagrama constituyeron el cenit y el nadir de los pitagóricos pues a la vez que sintetizaban sus mayores logros, también entrañaban el germen de la profunda crisis de la secta. Los filósofos itálicos habían considerado como núcleo de su dogma a los números naturales; éstos constituían la esencia del universo, de todas las cosas y de cada una de ellas, tanto en matemáticas como en la física y en las ciencias experimentales o la religión. El cosmos se explicaba en términos de arithmós, es decir, era expresión de propiedades intrínsecas de los números naturales y sus razones.
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