El jade no sólo fue en extremo valorado por su rareza y hermosura en la antigua Mesoamérica, también era algo sagrado imbuido de conceptos de abundancia y vida, que incluían el agua, el maíz e incluso el alma. En los depósitos de ofrendas, el jade tuvo también una significación cósmica directamente relacionada con el centro y el mundo. Aunque mucho de este simbolismo podría corresponder al Preclásico olmeca, puede también percibirse entre los mayas y otras culturas del Clásico y el Posclásico de la antigua Mesoamérica.
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