La crisis económica mundial ha frenado el crecimiento y aún más la creación de empleo.
El deterioro de las condiciones de trabajo exacerba la tendencia a la desigualdad.
El crecimiento sin empleo obstaculiza el crecimiento de la producción debido a una peor distribución del ingreso. Los salarios son costos para la oferta, pero también ingresos que sostienen la demanda; el crecimiento impulsado por los salarios es pues complementario del impulsado por los beneficios. Crecimiento y empleo se retroalimentan. Con más empleo y de mejor calidad disminuirá también la desigualdad.
Si las políticas macroeconómicas se centran en crear empleo y no en los precios y los presupuestos, el empleo reavivará el crecimiento y reducirá la desigualdad.
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