El delito de tráfico de influencias "está de moda" en nuestro país. Efectivamente, abundante casuística se ventila actualmente en el Poder judicial a raíz de las consecuencias generadas por la corrupción del últi mo gobierno. Sin embargo, la aplicación judicial de dicho delito no es tan fácil como parece.En efecto, los criterios que se emplean para la determinación del bien jurídico tutelado y la de los partícipes y cómplices resultan a veces insuficientes para llegar a decisiones efectivas. En tal sentido, el autor se dirige a precisar dichos criterios y nos muestra un panorama más claro de las soluciones al problema.
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