Sevilla, España
Antes de que los conservatorios de música nacieran en el siglo XIX, el oficio de músico existía como una opción profesional. Más estable y respetada de lo que se piensa, la figura del intérprete musical gozó de cierta prosperidad en los tiempos en que la sociedad andaluza la consideró imprescindible en las ceremonias públicas. Durante los siglos XVI y XVII, la demanda de servicios musicales experimentó un período de auge. Estas oportunidades estimularon la vocación musical y generaron unos mecanismos propios de formación e inserción de jóvenes intérpretes en el mercado laboral
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