La coalición de izquierdas gobernante en Grecia ha sido observada con lupa desde su toma de posesión del Gobierno, apenas hace tres meses. Sus propuestas contrarias a las políticas de austeridad impulsadas desde Bruselas y Berlín han sido atacadas desde todos los frentes por el temor a un ‘efecto contagio’ en el sur de Europa, y las presiones de la Troika en las negociaciones sobre la deuda del país han conseguido frenar en parte, al menos, de momento, la aplicación del programa anunciado, ante la amenaza de quedarse sin fuentes de financiación.
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