A finales de 2014, ya era oficial: España estaba en deflación. O, como prefiere decir el Gobierno de Rajoy, en una etapa de tasas de “inflación negativa”. Un eufemismo que no logra ocultar los graves riesgos que muchos expertos y organismos internacionales –incluidos el BCE y la OCDE– ven en la continua bajada de precios registrada en 2014. Una tendencia que este año 2015, pese a las ligeras mejoras de febrero debidas sobre todo al repunte del petróleo, parece que va a persistir, aumentando el peligro de mantener la economía española en un pozo de estancamiento a largo plazo.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados