Los primeros soldados enviados al frente durante el verano de 1914 creían firmemente que solo pasarían unas semanas -a lo sumo unos meses- lejos de sus casas. Las cortas y victoriosas guerras que Prusia había entablado contra Austria y Francia entre 1866 y 1871 y la enorme masa de medios movilizados, les hacían pensar que sería una contienda limitada a dos o tres batallas de importancia. Les esperaba, sin embargo, una guerra de más de cuatro años que iba a resultar traumática como pocas. Ellos mismos la contaron en sus cartas y diarios.
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