En la actualidad hay un arquitecto y urbanista alemán que se llama Albert Speer. Podría ser una simple casualidad, pero no lo es. Se trata del hijo de otro Albert Speer mucho más famoso, aquel que fue el arquitecto favorito de Hitler, ministro de Armamento y diseñador de los delirios arquitectónicos nazis, a medio camino entre la Roma Imperial y los dramas musicales de Richard Wagner. A Hitler le obsesionaban los imperios europeos, desde el romano al británico, pasando por el español o el francés. Consideraba a Alemania una "desaventajada" en ese sentido, ya que nunca había poseído un verdadero imperio colonial.
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