Firenze, Italia
Vivimos una época de inducción cognitiva impresionante. Somos víctimas de un número infinito de informaciones, de mensajes, de conocimientos superficiales. La sobreabundancia de cosas, la acumulación de noticias, la miríada de estímulos, solo puede generar –como parece que está sucediendo con los niños y niñas de hoy– un «desorden» cognitivo y afectivo, una inestabilidad motriz y corporal, una fragilidad emotiva y afectiva.
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