Partiendo de la base de que no se puede describir la eugénica como un movimiento unitario, ya que se produjeron numerosas variantes ligadas al contexto geográfico y cultural, este artículo intenta demostrar la peculiaridad del caso italiano. Si ya en 1889 Giuseppe Sergi deseaba que la selección artificial llevase a cabo lo que debía de hacer la natural, evitando así el riesgo de la "degeneración", sólo ante la Primera Guerra Mundial parece crecer la alarma por la decadente calidad de la población, encontrando un eco cada vez más amplio. En 1919 nació la Sige (Società italiana de genetica ed eugenica) bajo la impresión del difuso temor que la carnicería bélica había provocado. De ahí en adelante prende rápidamente una dirección "nazional" que se imbrica tanto con una tradición del pensamiento como con el nuevo temple político. Una dirección "moderada" fascista, católica, que se construyó en consonancia con el pronatalismo del régimen y en polémica áspera con la presunta aberración eugénica anglosajona
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