De la misma manera que existían convenciones en Mesoamérica para representar cosas invisibles como los sonidos –los cuales, como es sabido, tomaban a menudo la forma de vírgulas–, ciertos elementos gráficos sirvieron para señalar la presencia, el origen y la naturaleza de los olores. En los códices del Posclásico Tardío y coloniales tempranos del Centro de México se encuentran dos grandes categorías de signos para transmitir información sobre el “olor”: la primera, las flores y sus partes constitutivas y, la segunda, los flujos, las volutas y las vírgulas, a veces con rasgos zoomorfos.
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