Metida en la hamaca, trataba de escuchar las ondas internacionales de radio.El ruido de la lluvia que caía sobre la carpa amarrada a los árboles no ladejaba oír. Despacito movía el botón. Con el oído bien atento, lista para detenerse al captar las voces conocidas que, de tanto escucharlas, sonaban familiares. ¡Ah! El pequeño radio de baterías era su única ventana al mundo, hacia la civilización moderna.Robándole tiempo al sueño se mantenía informada de los avances técnicos y científicos; sobre las últimas películas, ¡con lo que le gustaba ir al cine!, con los éxitos musicales del momento.
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