Con este artículo nos interesa discutir sobre cómo los diseñadores crean escenarios mientras que los territorios de la ambigüedad y la belleza acaban con la interpretación dinámica del usuario que les atribuye sentido y significado. Vamos a desarrollar este argumento en tres momentos: (1) un marco conceptual que sitúa el papel del diseñador y del usuario en la creación y la recreación de escenarios, (2) un análisis del papel aplicado al diseño de escenarios espaciales, es decir, una reflexión sobre el trabajo de Matali Crasset y Andrée Putman (casos tomados entre muchos otros similares) y (3) la creación de la belleza como una necesidad en la vida cotidiana, que tiene momentos tanto positivos como negativos. La experiencia de la belleza transforma la condición ordinaria de uso en la condición de extraordinaria, inscribiéndola en un campo más amplio que conecta con preguntas existenciales. Al relacionar belleza, paisajes y significado con el diseño y el usuario, se propone una comprensión de la belleza que se muestra particularmente por su diseño: no tanto como la contemplación de la forma (belleza de la representación), sino como un valor añadido a la vida cotidiana (la belleza está en uso). Este es el último sentido estético del diseño: la promoción de la estética de la existencia.
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