Frente a la crisis financiera y económica mundial, la comunidad internacional, más allá de una regulación legítima del sistema capitalista propuso como solución la moralización de sus actores. Si se puede pensar en el mejor de los casos que la intención fue buena, esta moralización estaba condenada incluso antes de que se ponga en práctica, ya que lo que parecen haber olvidado los moralizadores del capitalismo es que desde su surgimiento escocés, el capitalismo, tanto en el egoísmo que supone como en la acumulación indefinida de riquezas que promueve, siempre se pensó y se presentó como un sistema moral. De esta forma, el querer moralizar el capitalismo presenta la figura paradójica de un gesto con el cual se pretende moralizar una teoría moral. Partiendo de las fuentes smithianas del capitalismo, intentamos mostrar que el problema del capitalismo no yace en su inmoralidad, sino en la incapacidad que tiene la comunidad internacional de crear normas meta-morales a partir de las cuales se pueda evaluar la moral capitalista.
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