Hace unas décadas ya que los científicos sociales reconocemos que las categorías y conceptos con los que trabajamos y que empleamos para explicar el mundo social necesitan convertirse ellos mismos en objetos de análisis. Esto exige un trabajo de reflexividad que desafía a explorar tanto la historicidad de nuestras semánticas teóricas como de nuestros fundamentos epistemológicos; en definitiva, a problematizar aquello que encontramos incontrovertido: la historicidad de las prácticas de pensamiento y razonamiento. Dos argumentos son los que este trabajo propone para su discusión y debate. El primero afirma que la red conceptual a partir de la cual identificamos y problematizamos la realidad tiene el poder y la autoridad de establecer fronteras de exclusión e inclusión, y por lo tanto, es el marco de constitución de objetos y métodos de análisis. El segundo, propone una equivalencia estructural entre acontecimiento y discurso, en tanto dos instancias privilegiadas que hacen a la investigación en ciencias sociales.
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