El futuro de la conservación-restauración no puede pasar por la segregación y el mantenimiento aislado de una práctica que se realiza ante todo para la gente. Los objetos no tienen valor en sí mismos, tampoco son ellos el objeto de la labor del conservador-restaurador, es hora de conectar lo que los restauradores hacen con la gente a la que le afecta lo que hacen. Esto abrirá el camino que la profesión necesita para redefinirse, ser reconocida y apreciada y conseguir una normalización que fije las prácticas y encauce la enseñanza y la investigación de forma productiva.
El trabajo transdisciplinar y el establecimiento de cauces de información entre los conservadores-retauradores, los profesionales de disciplinas relacionadas, los grupos sociales afectados por los objetos de la restauración y los beneficiarios de las posibles intervenciones, convertirán a los conservadores-restauradores en verdaderos agentes culturales.
Estos canales de comunicación no podrán darse si antes no se establece un lenguaje común. La determinación y el uso preciso de la terminología será el primer paso para establecer ciertos estándares consensuados en cuanto a la teoría y la práctica de la disciplina.
Todas las tareas pueden ser catalizadas por asociaciones y llevadas a cabo gracias a las herramientas que la tecnología actual pone a nuestro alcance a costes más que asequibles. La unión de los agentes interesados en la creación de valor añadido a nuestro patrimonio histórico-artístico es la clave para el desarrollo de la profesión.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados